‘Cosquillas en la panza’ o ‘no lo trago’: El intestino es nuestro 2º cerebro

¿Alguna vez escucharon a alguien decir que “no puede tragar” a determinada persona? ¿O que enterarse de una mala noticia fue como “una patada al intestino”? ¿Qué hay de cuando sentimos que hemos tomado una decisión desde lo más profundo o “desde las entrañas”? En inglés, la palabra ‘gut’ es utilizada tanto para describir al intestino como la intuición.

Estas metáforas populares que reflejan la percepción de que buena parte de nuestra vida emocional pasa por el estómago, podrían no estar equivocadas.

Sucede que el 2º centro nervioso más grande de nuestro organismo, después del cerebro, está en las envolutras de tejido que reivsten el esófago, el estómado, el intestino delgado y el colon, llamado sistema nervioso entérico (SNE). Y sucede que el SNE, ha menudo descrito como el “2º cerebro”, es tan extenso que puede operar de manera independiente del cerebro, apunta el editor y jefe del American Journal of Bioethics Neuroscience, y profesor de bioética de la Universidad Emory, Paul Root Wolpe, del portal Vox.

Se sabe que el SNE tiene una influencia fuerte en nuestro estado de ánimo: “Pueden haber escuchado sobre la serotonina, que puede tener un rol en regular nuestro humor. Bueno, alrededor del 95% de la serotonina del cuerpo está en el intestino, ¡no en el cerebro!”, explica Wolpe.

Por otro lado, ha habido recientemente una explosión en la investigación sobre el microbioma, la gran mezcla de vida bacteriana que vive dentro nuestro. Surgió de allí que tenemos más microorganismos en el cuerpo que células humanas. En el intestino viven más de 500 especies de bacterias, y su composición exacta es diferente en cada persona. Distintas investigaciones muestran que el microbioma tiene influencia en nuestros níveles de estrés, miedo, y hasta síntomas psiquiátricos.

En la actualidad, se está experimentando con terapias para la depresión que alteran el microbioma del intestino -lo que quiere decir, apunta Wolpe, que podría ser posible tratar la depresión pasando por alto el cerebro-.

“Antes era poco lo que se sabía sobre las especies que componen la vibrante comunidad bacteriana que habita el intestino, porque su predilección por ambientes anaerobios, esto es, sin oxígeno, impedía cultivarlas en el laboratorio. Esto fue así hasta la aparición hace una década de la metagenómica, conglomerado de técnicas que ha permitido describir comunidades enteras, a una velocidad y con un detalle nunca vistos”, explica la revista Muy Interesante. Esto cambió gracias a la genómica. “De todas las comunidades del cuerpo, la mayor, la más diversa y la más estudiada es la del intestino. Contiene miles de millones de individuos, pertenecientes a más de mil especies distintas con más de tres millones de genes, muchísimos más de los que hay en el ADN humano”, explicó Rob Knight, profesor de la Universidad de California en San Diego. Según recientes estudios, la abundante flora bacteriana que habita el sistema digestivo puede alterar nuestro estado de ánimo y nuestro comportamiento, explica la revista.

Además de “2º cerebro”, muchos científicos se refieren al intestino como “cerebro intestinal”, ya que el tubo digestivo contiene una red neuronal muy compleja, con una función neuronal muy parecida a la actividad de la cabeza, explica el diario Clarín.

“Las cosquillas en la panza frente a un nuevo amor, ‘perder el hambre’ ante una situación de angustia o una descompostura previo a un examen o una entrevista de trabajo… ¿Por qué nuestro sistema digestivo reacciona así ante las emociones?”, preguntó Sabrina Díaz Virzi, del diario, a Marcos Asade, psiquiatra del Hospital de Gastroenterología Dr. Bonorino Udaondo y Director del Centro de Gastropsiquiatría y Gastropsicología (Cegapsi).

“Ya sabemos que el cerebro contiene neuronas, lo que es llamativo es que el intestino también: el tubo digestivo contiene más de 100 millones de neuronas distribuidas en un sistema nervioso propio: el sistema nervioso entérico, que secretan las mismas sustancias que las que se encuentran en nuestro sistema nervioso central. Existen vías nerviosas que conectan específicamente las áreas cerebrales relacionadas con nuestras emociones y pensamientos, el sistema inmune, el sistema endócrino y el sistema nervioso entérico entre sí. Cuando la función en esta conexión se ve perturbada, podemos presentar síntomas gastrointestinales e, incluso, emocionales”, respondió el psiquiatra.

Asade agrega que el intestino tiene la capacidad para trabajar de 2 formas: de manera independiente o en conexión con el cerebro. “Esta conexión con el cerebro (eje cerebro-intestinal) es bidireccional, es decir, va del cerebro al intestino, y viceversa. Desde hace mucho sabemos que muchas alteraciones emocionales, cuestiones psíquicas, repercuten a nivel intestinal, como las sensaciones de ‘no paso a esta persona’, ‘no lo trago’, tengo tristeza y pierdo el apetito. Pero en los últimos años se ha visto que la comunicación del intestino hacia el cerebro es mucho más intensa, ya que hay un mayor número de fibras que comunican en esa dirección.” Por otro lado, agrega,el intestino registra emociones: como si fuese un pequeño cerebro, contiene una red neuronal muy compleja, que no piensa pero se comporta como un ‘órgano sensorial’. El cerebro interpretará la información que le envía el intestino de acuerdo a nuestro estado de ánimo y a nuestro entorno.”

Delfina_Korn

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