Nuevos vicios: Las redes sociales son como la cocaína

El invento de Aza Raskin fue lanzado en 2006, mucho antes de que las redes sociales se conviertan en lo que son hoy: Facebook se había fundado solo dos años antes. Lo que esta función permite es descender infinitamente en una página web, en la que se van cargando más y más contenidos a medida que el usuario “scrollea“. No hay necesidad de hacer click, no hay interrupciones que sean una motivación para salir del sitio.

 

El inventor del scroll infinito es un ingeniero que de dedica a diseñar interfaces de usuario. Fue el jefe de experiencia de usuario en Mozilla y diseñador principal de Firefox entre 2008 y 2010. Cuando inventó la revolucionaria herramienta trabajaba para una empresa llamada Humanized.

 

Sin dudas, el hecho de poder “scrollear” infinitamente, en vez de pasar de una página limitada a otra, contribuyó a generar “adicción” por las redes sociales. Gracias al invento de Raskin, el contenido no tiene fin, siempre hay algo nuevo para ver. Con el invento de los smatphones touch, la función se trasladó a un nuevo formato y el scroll se ejecuta a través de un movimiento mecánico del dedo pulgar.

 

En una entrevista con la BBC, el ingeniero explicó su arrepentimiento sostienendo que su diseño “no le da tiempo a tu cerebro de ponerse al día con tus impulsos, así que solo sigues haciendo scroll”, y agregó: “Es como si estuvieran tomando cocaína conductual y la rociaran por toda la interfaz, y eso es lo que te mantiene con ganas de regresar una y otra vez”.

 

 

Además de él, hay otros expertos de Silicon Valley que respaldan la teoría. Varios de ellos se expresaron en un programa especial de la BBC donde se trató el tema en profundidad. Sandy Parakilas, ex empleado de Facebook, compara la plataforma de Mark Zuckerberg con las máquinas tragamonedas: “el producto creaba hábito y era adictivo”.

 

Raskin reveló algo que resulta lógico: detrás de cada página web, aplicación y página de una empresa en las redes sociales, hay alrededor de mil ingenieros que trabajaron para convertir tu pantalla en algo lo más adictivo posible. Lo hacen con pequeños detalles como, por ejemplo, modificando el color y la forma del botón “me gusta” de Facebook. 

 

Leah Pearlman es una de las inventoras ese botón, con el que se puede asignar valor a una foto o publicación. Ella señala que se enganchó a Facebook porque había empezado a basar su autoestima en la cantidad de “Me gusta” que tenían sus publicaciones. “Cuando necesito validación, entro en Facebook”, afirma.

 

Raskin, a pesar de rechazar el trabajo que se invierte en convertir las redes en una adicción, también defendió su profesión: “No podemos culpar de todo a los ingenieros, muchos son empleados que son empujados a crear funciones adictivas gracias a los modelos de negocio de las empresas para las que trabajan”.

 

Facebook, por su parte, se defendió de lo que los especialistas dijeron. “En ningún momento se pretende que haya un factor adictivo en ese proceso”, comunicó la empresa. Según Facebook el único objetivo de la red es el de acercar a la gente a sus amigos, familiares y a las cosas que le importan.

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