Chinches

No puedes ocultarte. Tu calidez y el dióxido de carbono que espiras mientras que duermes las guían hasta tu piel. Cuando la hallan, la horadan con los 2 cilindros de su cabeza. Por uno aspiran con avidez tu sangre y por el otro te inoculan su saliva. La evolución ha cocinado en ella una sabia mezcla de anticoagulantes que le aseguran unos 5 minutos de suministro por toma, y de anestésicos, encargados de que la víctima no perciba el daño hasta el momento en que no vuelvan a estar a cubierto. Muy cerca. Mañana desearán desayunar nuevamente, preferentemente una horita antes que se levante el sol. De ahí que, las chinches acostumbran a quedarse y procrear en la propia estructura de la cama, entre las costuras o bien en alguna rehendija del cabecero. Tu primera nueva va a ser un candente picor y ronchas en tu cuerpo –parecidas a las de los mosquitos y con frecuencia en hilera–, y tal vez unas manchas de sangre en las sábanas. Si coinciden los síntomas, puedes comenzar a pesquisar.

Gran parte de las especies silvestres son resistentes a los insecticidas

Pues no te transmitirán enfermedades, mas en ciertos casos (personas alérgicas, pequeños, ancianos) las picaduras pueden transformarse en un inconveniente esencial. Para iniciar, descarta la idea de que son cosa del pasado. El nuevo siglo las trajo de regreso a Estados Unidos, Australia y Europa, y desde ese momento prosiguen abundando. “Comprobamos en una investigación que la demanda de nuestros servicios por chinches medró un setenta por ciento entre dos mil cuatro y dos mil siete, y prosigue a ese ritmo”, nos afirma Milagros Fernández de Lezeta, directiva general de ANECPLA (Asociación Nacional de Empresas de Control de Plagas). Aclara que el aumento puede deberse asimismo a la mayor concienciación de la población, que las advierte más frecuentemente.

Pues se las puede identificar. Una Cimex lectularius, su nombre científico, es redonda, aplastada, mide en estado adulto como una pepita de manzana y es cobrizo claro si está en ayunas y obscuro si ya la has alimentado. Eso sí, cuidado si buscas en la red. Richard Naylor, biólogo británico que lleva años estudiándolas, advierte de que “muchísimas de las imágenes etiquetadas como chinches, aun con el nombre científico, corresponden a otras especies muy diferentes”.

Bajo su punto de vista, compartida por muchos especialistas, la proliferación actual brotó del rebosante empleo de los insecticidas que las eliminaron –al menos aparentemente– allí por mil novecientos cincuenta. “Eran productos de extenso fantasma, como el DDT, mas estos insectos fueron desarrollando resistencia a ellos. Desde dos mil, un porcentaje muy, muy alto de los individuos silvestres que hemos estudiado son resistentes”. Además de esto, el incremento del transporte y el turismo internacionales, y los intercambios de muebles de segunda mano, les han ofrecido horizontes sin límites. Para sofocación y vergüenza de sus huéspedes.

Nada que ver con la higiene
Pues estos parásitos llevan asociado el estigma de la carencia de limpieza, algo “totalmente infundado, en tanto que no guardan relación alguna con la suciedad; solo hay que meditar que se nutren de sangre, no de desechos”, arguye Fernández de Lezeta. Mas ese tabú y su capacidad para reproducirse los transforman en la pesadilla, sobre todo, de la hostelería. Como un ejemplo, la directiva de ANECPLA expone que “en el último Año Jacobeo [2010] hubo una enorme demanda desde el Camino de la ciudad de Santiago, por la trascendencia que las chinches pudiesen tener en el turismo de la zona. Dimos cursos a los inspectores sanitarios de las comunidades afectadas”.

Por el hecho de que hace falta ayuda profesional para eliminarlos. Los insecticidas de empleo familiar tienen un efecto repelente que desperdigada a habitaciones o bien residencias lindantes. Por otro lado, los tratamientos únicos no controlan los huevos, que eclosionan unos días después. Mas hay métodos eficientes, si bien la intervención no se restringe a una acción puntual. “Yo no me fiaría de quien ofrezca a priori una estimación del tiempo de actuación o bien o bien de presupuesto. Hay que estudiar el origen, las dimensiones de la infestación y establecer las medidas en todos y cada caso, que incluyen un seguimiento”, advierte Fernández de Lezeta.

Aún se prosiguen buscando soluciones. En Canadá, Regine y Gerhard Ries han elaborado un coctel de feromonas que sirve para atraerlas sin antídoto hasta una trampa. Si marcha, la única que lo lamentará va a ser la policía científica: desde el instante en que James Austin, de la Universidad A&M de Texas (Estados Unidos), aisló ADN humano de la sangre ingerida por una chinche, se las puede emplear para asociar la presencia de una persona a un sitio. Que, aguardamos, no va a ser tu cama.